Waili Tatiana Gamboa Martínez
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Fernand Braudel escribe este artículo empezando por un
reflexión acerca de la preocupación que tiene las ciencias del hombre por
definir sus objetivos, sus métodos y hasta cuáles son esas fronteras que los
separan de las “ciencias vecinas”.
Braudel menciona que Levi-Strauss hizo un gran
acercamiento a romper esas fronteras llevando a la antropología estructural
hacia los métodos de la lingüística, los horizontes de la historia y el imperialismo de las matemáticas cualitativas. Lévi-Strauss tiende hacia una
ciencia capaz de unir, bajo el nombre de ciencia
de la comunicación, la antropología, la economía política, la lingüística,
a lo que Braudel se pregunta quién estaría dispuesto a romper esas fronteras. [1]
“Las
ciencias sociales se imponen unas a otras y cada una tiende a captar lo social
globalmente, en su “totalidad”; cada una invade el territorio
de sus vecinas creyendo que sigue en su propia casa”[2]. La historia, que para Braudel es tal vez la menos estructurada
de las ciencias humanas acepta
todas las lecciones de las ciencias vecinas. Para Braudel es necesario que todas las ciencias
sociales estén aglutinadas.
Uno de los
motivos por los que Braudel escribe este artículo, es para exponerle a las
otras ciencias sociales que la historia no solo es para el estudio del pasado,
sino que puede ser útil para los estudios de la sociedad actual, ya que “cada
actualidad reúne movimientos de origen, de ritmo diferente: el tiempo de hoy
data a la vez de ayer, de anteayer y de mucho, tiempo atrás”.[3]
“Esa duración social, esos
tiempos múltiples y contradictorios de la vida de los hombres, que no
constituyen solamente la sustancia del pasado sino también el valor de la vida
social actual”[4].
Explica que el tiempo de la historia, la dialéctica de
la duración es importante para las demás ciencias.
“Ya se trate del pasado o de la
actualidad, es indispensable para una metodología común de las ciencias
humanas tener una conciencia nítida de la pluralidad del tiempo social”[5].
Podemos decir que el propósito principal de este
artículo de Braudel es explicar la historia y sus duraciones.
El tiempo
pasado se descompone, se escoge
entre sus realidades cronológicas, conforme a unas preferencias más o menos
conscientes. Braudel manifiesta que la
historia tradicional “atenta
al tiempo breve, al individuo, al acontecimiento, nos tiene acostumbrados desde
hace mucho tiempo a su relato precipitado, dramático, de corto aliento”[6]. Braudel centra la discusión de lo instantáneo a la
larga duración.
Braudel clasifica la palabra acontecimiento para referirse a esos “tiempos cortos” esos que –en palabras de Braudel- “su humo excesivo llena la
conciencia de los contemporáneos, pero no dura demasiado y apenas llegamos a
ver su llama”[7].
Este debate acerca de los tiempos de la historia produjo una alteración del
tiempo histórico tradicional “un
día, un año podían parecerles buenas medidas a un historiador político, eso
sucedía ayer. El tiempo era una suma de días”.[8]
Ernest Labrousse y sus alumnos iniciaron una amplia investigación de
historia social, bajo el signo de la cuantificación. Lo que para
Braudel condujo a a
determinar coyunturas y estructuras
sociales.
“Estos dos grandes personajes,
que son la coyuntura económica y la coyuntura social, no deben inducirnos a
perder de vista a otros actores, cuyo paso será difícil de determinar, tal vez
sea indeterminable, al carecer de medidas precisas. Las ciencias, las técnicas,
las instituciones políticas, el instrumental mental, las civilizaciones (por
emplear este término cómodo) tienen también su ritmo de vida y de crecimiento,
y la nueva historia coyuntural solamente estará a punto cuando haya completado
su orquesta”.[9]
Braudel clasifica la palabra estructura para los tiempos de larga duración. Por estructura las ciencias
sociales entienden
una organización, una coherencia, relaciones entre realidades y masas sociales.
Para Braudel y el resto de los historiadores, una estructura significa ensamblaje. Algunas estructuras, si viven
mucho tiempo, se convierten en elementos estables de una infinidad de
generaciones. Otras tienden más a desmoronarse, pero todas son
a la vez apoyos y obstáculos. Obstáculos, los explica
Braudel con el ejemplo de “la
dificultad de romper determinados marcos geográficos, determinadas realidades
biológicas, determinados límites de la productividad, e incluso tal o cual
restricción espiritual”[10]
“Piénsese en el papel de la
trashumancia en la vida montañesa, la permanencia de determinados sectores de
vida marítima, arraigados en determinados puntos privilegiados de las
articulaciones litorales, fíjense en la duradera implantación de las ciudades,
la persistencia de las rutas y tráficos, en la sorprendente estabilidad del
marco geográfico de las civilizaciones”[11]
Para explicar
la larga duración Braudel acude a usar como ejemplo los rasgos fundamentales de
la Europa occidental,
del capitalismo comercial, dice que a pesar de todos los cambios que lo atraviesan
esos cuatro o
cinco siglos de vida económica tuvieron cierta coherencia: “tienen en común algunos rasgos
y permanecen inmutables mientras que alrededor de ellos, entre otras
continuidades, mil rupturas y convulsiones renovaban la faz del mundo.”[12]
Al final del
texto Braudel aclara que no pretende definir el oficio de historiador, sino la
concepción del oficio. Para Braudel “la
historia es la suma de todas las historias posibles, una colección de oficios y
de puntos de vista, de ayer, de hoy y de mañana”[13] lo importante sería no
elegir una historia excluyendo las demás.
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