Waili Tatiana Gamboa
Martínez
“Ph. D. en Historia, de la Universidad del Estado de
Nueva Cork, Stony Brook. Licenciado en Filosofía y Letras, con especialización
en Historia, de la Universidad Javeriana de Bogotá. Máster en Economía y
Recursos Humanos de esta misma universidad. Es docente de la Universidad
Nacional de Colombia desde 1978 en el Departamento de Historia. Ha sido
profesor visitante en el Instituto de Estudios Iberoamericanos (ILAIS) de
Columbia University, Nueva York (USA), enero-julio de 1998. Ha trabajado como
investigador en diversas ocasiones con el instituto Cinep. Ha sido autor y
coautor de varios textos, entre ellos se destaca Idas y venidas, vueltas y
revueltas. Protestas sociales en Colombia, 1958-1990, publicado en el 2003.”[1]
En este capitulo, Archila inicia en 1934, año donde se
presentó una nueva agitación en la zona bananera. Los trabajadores se volvían a
enfrentar a una multinacional, presentaron un pliego de peticiones, pero la
multinacional respondió con arrogancia y desconoció al Comité de Acción Sindical
que reunía a los 15 sindicatos en los que estaban organizados los bananeros.[2]
Si bien el pliego de peticiones era muy parecido al
del 28, los conflictos fueron
diferentes, pues los trabajadores consiguieron expandir el movimiento por toda
la zona bananera y recibieron apoyo de sindicatos de zonas vecinas y por otro
lado, el Estado actuó de manera muy diferente, pues el presidente López envió
al ministro de Guerra para mediar en el conflicto.[3] El nuevo gobierno liberal
parecía ponerle freno a la voracidad de las multinacionales, se había entonces
producido un cambio en las relaciones entre el Estado y los movimientos
sociales.[4]
El cambio político en el país se dio por el ascenso
electoral del liberalismo, fue el partido liberal el encargado de recoger la
presión social de sectores populares rurales y urbanos, lo que ayudó a superar
la crisis de legitimidad del Estado.[5] Aunque el gobierno de
Lopez Pumarejo fue definitivo en este proceso, no se pueden negar las bases de
su predecesor, Enrique Olaya Herrera.
Uno de las primeros pasos del gobierno de Enrique
Olaya Herrera fue otorgar ciudadanía a sectores que habían sido excluidos por
la hegemonía conservadora, legalizó la existencia de sindicatos, las vacaciones
remuneradas y los horarios de ocho horas.
Para 1934 más de 60 sindicatos se empezaron a legalizar
marcando un inicio de la institucionalización de las agremiaciones
obreras. Pero, es claro que si bien
existía el cubrimiento legal, muchos trabajadores no daban el paso a organizarse,
y los que lo hacían se enfrentaban con diferentes dificultades, como el rechazo
de los patrones o la división obrera, en algunos casos porque estos rechazan la
institucionalización o veían al sindicato como algo que estaba en contra de la
fábrica en la que trabajaban.
Si bien las condiciones laborales no eran perfectas,
si habían mejorado, y eso se evidencia en la disminución en el número de
huelgas, así como en la duración de estas, pues ahora las empresas tenían una
mayor disposición de negociar con los obreros.
Como se ha mencionado, los sindicatos, y de paso, la
protesta social se empezó a institucionalizar, provocando un desplazamiento de
la protesta social a formas menos institucionalizadas, como las marchas del
hambre y otros modos según la necesidad de presión, sin embargo, el gobierno
utilizó la táctica de prometer soluciones mientras encarcelaba líderes. La
élite por su lado, llamó a esas nuevas formas de presión laboral “huelga
política” para declarar ilegal la protesta.[6]
Las protestas no eran solo de carácter urbano, también
estaban las agrarias que significaban igualmente una preocupación al gobierno.
Las movilizaciones rurales abarcaban la lucha por la tierra y las mejoras en
las condiciones laborales.
Sin lugar a dudas, a todas estas lógicas de
organización gremial y huelgas entra el Partido Comunista Colombiano, esta
movimiento de izquierda fue visto como una amenaza, pues potencializaban el
carácter revolucionario de las huelgas de la clase obrera, por eso, en algunas fábricas
despidieron a los trabajadores que eran considerados comunistas.
A finales de los veinte se veía la necesidad de contar
con una organización nacional que coordinara la solidaridad, presionara al
Estado, estimulara la creación de organizaciones sindicales y fortaleciera las
existentes, entonces se convocó a una asamblea sindical amplia con
participación de fuerzas de izquierdas, anarquistas y liberales, allí, se reflejó
dos grandes tendencias del sindicalismo: el liberalismo, y el comunismo,[7] sin embrago el ambiente
político de 1936 se fue tornando cada vez más propicio para la anhelada unidad
sindical.[8]
El sindicalismo de los años treinta era diferente a
los de los veinte, primero, porque era más estable, y segundo, porque perseguía
objetivos diferentes, pues en los veinte su fin era combatir la Hegemonía
Conservadora y no trabajar por unos
objetivos más inmediatos, pero ese inmediatismo de los treinta hizo que se
generara una dependencia con el Estado provocando una debilidad organizativa.[9] Igualmente, la presencia
de nuevos actores asalariados más no necesariamente “obreros” como profesores,
empleados, etc, daba nuevos rasgos al sindicalismo.[10]
En conclusión, se puede decir que la respuesta
organizativa de la clase obrera era resultado tanto de sus condiciones de
debilidad, como de la particular coyuntura política que se presentó a mediados
de los treinta. Las alianzas con el Estado no significan que las organizaciones
obreras estuvieran articuladas con el proyecto oficial, y que si bien el
proyecto por vía insurreccional se había dejado de lado, no quiere decir que la
clase obrera aceptara el discurso liberal en su totalidad, en todo caso, la
fuerza y organización que iban ganando los sindicatos asustaban a la derecha
del país.[11]
Bibliografía:
Mauricio
Archila Neira. Tomado de: http://www.humanas.unal.edu.co/nuevo/facultad/docentes/departamento-de-historia/?llave=110 el 6 de
Septiembre del 2016.
ARCHILA, Maurico. Cultura
e identidad obrera. Colombia 1910-1945. CINEP. Bogotá.
[1] Mauricio Archila Neira. Tomado de: http://www.humanas.unal.edu.co/nuevo/facultad/docentes/departamento-de-historia/?llave=110 el 6 de Septiembre del 2016.
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