jueves, 4 de diciembre de 2014

La china comunista: Maoismo

Waili Tatiana Gamboa Martínez.

En las primeras décadas del siglo XX China había sido reducida a uno de los países económicamente atrasados más pobres del mundo. Una combinación de decadencia interna y agresión del exterior provocó su empobrecimiento. La crisis creada por el estancamiento de la tradicional economía agraria, que venía deteriorándose desde el siglo XVIII, se complicó en el siglo XIX por la agresión imperialista occidental. A su vez, el imperialismo extranjero saqueó en gran escala al país y comenzó su desmembramiento territorial.

Aparece entonces, un nuevo gobierno chino que siguió pronto el modelo estalinista. El Partido Comunista Chino concentró todo el poder en el Partido, dirigido por Mao Zedong, quien ejerció el liderazgo  en el país.

Mao Zedong comenzó su carrera política como un intelectual de los centros urbanos y adhirió al mensaje marxista de que el recién formado Partido Comunista Chino, el cual debía ser el partido del proletariado. Esta nueva interpretación generó una nueva interpretación de la relación entre la ciudad y el campo. “Consideraba al capitalismo como un fenómeno extranjero, y en ningún sentido la precondición del socialismo. Rechazaba la idea marxista sobre el capitalismo naciendo así sus interpretaciones sobre “las ventajas del atraso”. No compartía “copiar” las ideas de los países desarrollados, sino que proponía diseñar su propia tecnología desde su principio. Pero lo que si hallaba importante, era hallar virtudes morales y revolucionarias especiales, intrínsecas en el atraso mismo”.[1]

La definición del maoísmo se interpreta por sus desviaciones de la teoría marxista. La principal es que el maoísmo no identifica al proletariado como la verdadera clase revolucionaria, sino al campesinado.

Mao enfatizaba que el desenlace histórico es principalmente estimulado por los factores subjetivos: la conciencia, los valores morales, y la voluntad del pueblo. De aquí derivaba la obsesión maoísta por el pensamiento correcto y la remodelación ideológica, y la creencia en que “lo subjetivo crea lo objetivo”, que fue impuesta como una ortodoxia maoísta en los años posrevolucionarios.[2]

Cuando los comunistas chinos se dirigían a la victoria en la década de 1940 su política y acciones eran crecientemente guiadas por la teoría de la "Nueva Democracia", planteada por Mao Zedong en 1940. La "Nueva Democracia" era la versión maoísta del concepto marxista-leninista de una revolución democrático-burguesa, o más precisamente, la fase burguesa de un proceso revolucionario presidido por el Partido Comunista Chino. La "Nueva Democracia” ayudó a movilizar un amplio sentimiento nacionalista tras la resistencia dirigida por los comunistas a la invasión japonesa.[3]

La teoría de la "Nueva Democracia" expresó una visión posrevolucionaria de una prolongada etapa revolucionaria burguesa en la que el políticamente dominante Partido Comunista, en alianza con distintas clases y partidos burgueses, presidiría sobre una "economía mixta" en la que coexistirían el estado y las empresas de propiedad privada, se sugería que esa economía parcialmente capitalista continuaría hasta que las fuerzas productivas fueran suficientemente desarrolladas para permitir una transición gradual al socialismo.

En retrospectiva, parecería que “…las políticas asociadas con la teoría de la Nueva Democracia ofrecían la mejor esperanza para conquistar eventualmente una sociedad socialista en un país económicamente atrasado[4].

En la primera década del gobierno maoísta, China logró la unidad nacional genuina por primera vez en su historia moderna. El país se liberó del  de un siglo de sometimiento imperialista extranjero y ganó una completa independencia nacional. La centralización política promovió un mercado nacional y la construcción de una infraestructura moderna. La reforma agraria “destruyó un sistema agrario precapitalista y una clase propietaria parasitaria, permitiendo usar el excedente agrícola para financiar un programa de industrialización patrocinado por el estado”.[5]

La gran reforma social de los inicios de la China Popular fue la Ley del Matrimonio de 1950, “con ella se ponía fin a la familia feudal y se establecía la igualdad de la mujer y el hombre”.[6] Fue, sin duda, una de las grandes aportaciones de la revolución maoísta al país.

En 1958, el líder chino inició una nueva campaña: el “Gran Salto Adelante”. Hasta entonces, se había logrado evitar en China los excesos cometidos por el régimen estalinista en la URSS al imponer la colectivización agraria y la nacionalización de la economía urbana. Sin embargo, el “Gran Salto Adelante” consistió en un experimento para lograr la industrialización y el bienestar comunista en unos pocos años que fue todo un fracaso.

“El fracaso del “Gran Salto Adelante” hizo que Mao  fuera relegado a un papel secundario y dirigentes más moderados, como Liu Shaoqi y Zhou Enlai, pasaran a dirigir el país en 1961”.[7] En esos momentos se había consumado un cisma en la dirección del partido comunista. Por un lado, los moderados que buscaban un cambio social gradual y desarrollo económico; por otro, los radicales, encabezados por Mao, que querían continuar aplicando drásticos cambios utópicos en la sociedad china. Para Mao, muchos miembros del PCCh habían perdido su espíritu revolucionario.

Así, Mao volvió a cobrar protagonismo lanzando una nueva campaña de agitación. “…con el apoyo del ejército, liderado por Lin Biao, la campaña se dirigió contra la burocracia del partido, acusada de “revisionista”, y, muy especialmente, contra los intelectuales, a los que se tildaba de individualistas y aburguesados. Millones de jóvenes siguieron la llamada de Mao y se agruparon en los “Guardias Rojos”[8]. Su única ideología era el “Libro Rojo de Mao”, un libro publicado en 1964 que resumía las ideas del líder.

En noviembre de 1965 se iniciaba la “Gran Revolución Cultural Proletaria” (1966-1969) que es vista por muchos como el evento que llevó al país al borde del colapso. 

“La “Revolución Cultural” terminó llevando a zonas del país a la anarquía. Mao se vio finalmente forzado a recurrir al ejército y reimponer el orden. El gran objetivo de esta gran algarada social se había cumplido: los moderados, que amenazaban el poder de Mao, habían sido marginados, y, a la vez, se había evitado que la población criticara las múltiples disfunciones económicas y sociales que sufría el país. 

De la “Revolución Cultural” surgió una China debilitada en el plano económico. Durante el período revolucionario, la dirigencia comunista pudo evitar que la economía china se colapsase como consecuencia del convulso panorama político, pero no logró que pasase sin consecuencias de corto y de largo plazo negativas para el crecimiento. Entre las primeras, cabe destacar el estancamiento económico durante la segunda mitad de la década de los sesenta. Particularmente perjudicial a largo plazo fue la pérdida de capital humano debida a la persecución de académicos, intelectuales, directivos, profesionales, etc. y a la paralización del sistema educativo[9]. 

“El caos de la Revolución Cultural (que en gran medida surgió de las tensiones políticas creadas por el Gran Salto) fueron los resultados de una ideología a la que a veces llaman el "maoísmo tardío". El "maoísmo tardío" (1958-1976) fue una doctrina que revivió el maoísmo de los años revolucionarios, particularmente aquellos rasgos del pensamiento de Mao que más radicalmente se apartaron de la tradición marxista. Primero, era una ideología que rechazaba al capitalismo simplemente como malvado, muy al estilo de los socialistas utópicos del siglo XIX, pasando por alto la convicción marxiana de que el capitalismo era una etapa progresiva en el desarrollo histórico en un país económicamente atrasado, una noción implícita en el ahora abandonado concepto de la Nueva Democracia.”[10]

En el largo plazo, estos movimientos fracasados sirvieron para desacreditar la misma idea de socialismo en las mentes de muchos chinos, y por consiguiente contribuyeron a abrir el camino para el desarrollo del capitalismo en la era post-Mao, un capitalismo que se benefició en gran medida por las conquistas materiales y sociales del período de Mao que habían tenido por objeto construir los cimientos del socialismo. Una de las paradojas más amargas de la historia moderna china es que la revisión maoísta del marxismo, una ideología que jugó un papel tan positivo en gestar una revolución tan necesitada en la sociedad china, tuvo consecuencias humanas tan trágicas cuando la doctrina fue revivida en la era post-revolucionaria.


Bibliografía:
v  Historiasdelsiglo20.org. El mundo comunista. Tomado de: http://www.historiasiglo20.org/HM/8-3a.htm el 29 Septiembre 2014.
v  Gerardo Rodriguez Rodriguez. China maoísta. Tomado de:  http://gerardo-rodriguez.net/asia/china-maoista/ el 29 septiembre 2014
v  Historiasdelsiglo20.org. La china de Mao Zedong. Tomado de: http://www.historiasiglo20.org/HM/8-3b.htm. El 29 septiembre 2014. 
v  DEUTSCHER Isaac, El maoísmo: Orígenes y perspectivas. Disponible en internet: https://www.marxists.org/espanol/deutscher/1964/maoismo.htm el 29 Septiembre 2014.
v MEISNER Maurice. Marxismo, maoísmo, y la revolución china: Un comentario sobre el papel de las ideas en la historia. Disponible en internet:  http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-37/marxismo-maoismo-y-la-revolucion-china-un-comentario-sobre-el-papel-de-las- el 29 septiembre 2014





[1] DEUTSCHER Isaac, El maoísmo: Orígenes y perspectivas. Disponible en internet: https://www.marxists.org/espanol/deutscher/1964/maoismo.htm el 29 Septiembre 2014.
[2] Ibidem.

[3] MEISNER Maurice. Marxismo, maoísmo, y la revolución china: Un comentario sobre el papel de las ideas en la historia. Disponible en internethttp://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-37/marxismo-maoismo-y-la-revolucion-china-un-comentario-sobre-el-papel-de-las- el 29 septiembre 2014

[4] Ibidem
[5] Ibidem.
[6] Historiasdelsiglo20.org. La china de Mao Zedong. Tomado de: http://www.historiasiglo20.org/HM/8-3b.htm. El 29 septiembre 2014. 
[7] Historiasdelsiglo20.org. La china de Mao Zedong. Tomado de: http://www.historiasiglo20.org/HM/8-3b.htm. El 29 septiembre 2014. 
[8] Ibidem.
[9] Ibidem.
[10] MEISNER Maurice. Marxismo, maoísmo, y la revolución china: Un comentario sobre el papel de las ideas en la historia. Disponible en internet:  http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-37/marxismo-maoismo-y-la-revolucion-china-un-comentario-sobre-el-papel-de-las- el 29 septiembre 2014

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