Waili Tatiana Gamboa Martínez.
El texto empieza a hablar de cuando se utilizó
el térmico “crítico” para describir a los editores de los textos clásicos,
aquellos que prestaron gran atención a las ciencias auxiliares.
Sonia Corcuera hace un recorrido por diferentes
autores, empezando por Dom Jean Mabillon
(1632-1707) que hablaba de la importancia de unir el trabajo manual con la
oración, para así tener una sólida formación intelectual. Dom Jean Mabillon inició
un método crítico de las fuentes históricas, haciendo una distinción entre
documentos verdaderos y falsos, dándole relevancia a los textos antiguos.
Sonia Corcuera sostiene que gracias a la independencia
económica de los monjes, ellos tuvieron una independencia intelectual. En las
bibliotecas de los monjes se encontraban la historia de la orden de San Benito,
pero también la historia de los pueblos y naciones (CORCUERA, Sonia. pág. 114)
los manuscritos con que contaban era la clave para tener acceso a las voces del
pasado.
Armand Jean Rancé, no estaba de acuerdo con la
formación de los monjes, pues decía que eso acababa con la humildad y la simplicidad
de la vida de los monjes, al parecer, como dice Sonia Corcuera “un hombre sabio
que forma parte de la comunidad religiosa causa muchos trastornos”, a lo que
Mabillon no se quedó callado, y dijo que el monje que no ha sido educado se
torna rebelde y rudo.
El Estudio del pasado y la crítica de fuentes
por parte de Mabillon se justificaba para “no creer ciegamente en falsas
historias ni supersticiones, no dar rienda suelta a la imaginación hueca, a
visiones mal fundamentadas, a supuestos milagros o a falsas obras de los padres
de la iglesia” (Debois, 1985). Las
reglas para verificar la legitimidad de los documentos se deben a Mabillon,
quien además tenía una gran fidelidad por lo datos cronológicos.
Posteriormente Montesquieu y Voltaire se
ocuparon de la historia universal. Primero reunían los materiales que debían
trabajar, después verificaban la autenticidad de las fuentes, y por último
fijaban los hechos.
Sonia Corcuera resalta la idea de que cuando los
alemanes deciden darle cientificidad a la historia por medio de la
interpretación de los textos cambio el panorama, pues hora se sabía que los
hechos no son la historia misma, cayeron en cuenta que era necesario ir más
allá de las bibliografías o de las tablas cronológicas, que cualquier trabajo
histórico implica una selección, y que la posición del historiador define los
diferentes aspectos de la verdad, pues cada uno
contempla el pasado desde una posición
particular. “Había que considerar la individualidad de los acontecimientos y al
mismo tiempo tener en cuenta las relaciones humanas”[1].
Sonia Corcuera dice que estos alemanes “abrieron brecha”,
pero fueron una mezcla entre lo moderno y lo conservador, pues trataron de
equilibrar el análisis de las estructuras políticas y sociales con la narración
de acontecimientos, pero no estaban preparados para integrar sus narraciones
con información demográfica, económica y geográfica, ni tenían la capacidad
para sustentar sus trabajos en un examen en verdad crítico de fuentes (CORCUERA,
Sonia).
Al principio del siglo XIX en Berlin, hubo una
nueva orientación científica, los historiadores se preocuparon por definir y delimitar
los fenómenos humanos significativos, que, según ellos, podían ser entendidos
en su individualidad, esta nueva orientación, se conoció como historicismo.
Sonia Corcuera,
sigue con Guillermo Von Humboldt (1767-1835)
a quien se le debe la construcción de los 3 temas que iban a construir
el eje teórico de la historiografía alemana en el siglo XIX: I) recogió del
pensamiento kantiano la polaridad entre la naturaleza e historia, entre idea y
experiencia. II) La práctica de la historia debe centrarse en los conflictos
entre los grandes poderes, lo que provoca que se descuide la historia social y
económica y le da a la historia una inclinación política. Y por último, III) el
interés y también la preocupación por el futuro de la cultura europea.
Humboldt les
exige a los historiadores que combinen su trabajo con la erudición y la
intuición, lo que Sonia Corcuera explica en 5 puntos:
I)
El trabajo será más acertado entre más completa y
exacta a sea la descripción, por eso, a investigación debe ser imparcial,
exacta y crítica de los acontecimientos. “Para ser más que un simple intérprete
y reproductor del pasado y para conectar los hechos explorados, el historiador
usa la comprensión intuitiva”[2].
II)
El historiador usa la imaginación y la intuición para
develar lo que queda confuso.
III)
El arte y la naturaleza como las dos representaciones
de la realidad.
IV)
El hecho de describir la realidad no impide al
historiador manipularla. El historiador consigue transformar los datos en un
conjunto coherente.
V)
La importancia del lenguaje para el historiador, pues
si no lo usa adecuadamente puede distorsionar la realidad. Humboldt explica que
es difícil donde no haya un relato que este contaminado por las ideas del
historiador.
Sonia Corcuera continúa este capítulo con Leopoldo Von Ranke (1795-1886)
quien expuso de manera metódica y creativa el proceso mediante el cual la
historia explica por qué las cosas sucedieron de una manera u otra. Él era muy
fiel a la búsqueda de fuentes y documentos contemporáneos para así mostrar lo
que en realidad había ocurrido.
El método de Ranke consistía en establecer normas precisas para para
reunir las fuentes, seleccionarlas en función de su autenticidad, analizar e
interpretar su contenido y explicar el proceso histórico. El propósito es
alcanzar la verdad (CORCUERA, Sonia).
Para Ranke la contradicción de fuentes no existe, así que le historiador
debe limitarse a mostrar el error y proceder a rechazar la versión menos
confiable. Cuando no hay elementos para eliminar una de las versiones, se deja
que en el futuro otros documentos demuestren cual es la versión falsa.
Ranke no comprendió que el manejo de los hechos no escapa a una doble
subjetividad.
La confianza de Ranke para distinguir los datos significativos de los
insignificantes lo separa del enfoque de los positivistas, de los marxistas, de
los románticos y de los idealistas.
Aunque para Ranke el método era importante, ese era solo el medio para
alcanzar la verdad, más no un fin.
Para conocer los hechos humanos Ranke se movió entre la filosofía y la
historia, y concluye que la separación entre estas dos disciplinas no es
completa, pues la historia combina la vida del espíritu con la observación de
los fenómenos y sigue su desarrollo (CORCUERA, Sonia).
Por último Ranke hace una jerarquía encabezada por Dios, que ordena el
proceso histórico de manera armoniosa y estable y seguido por los seres
humanos.
Bibliografía:
CORCUERA, Sonia. Voces y Silencios en la Historia: Siglo
XIX y XX" (Capítulo: La historia como
crítica y como ciencia). Fondo de cultura económica. México, 1999.
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