jueves, 4 de diciembre de 2014

Reseña: Costumbres en común de Thompson.

Waili Tatiana Gamboa Martínez.

Edward Palmer Thompson (1924-1993) fue un Historiador británico que influyó decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y dándole carácter propio, dentro de lo que se conoce como socialismo humanista. E.P Thompson militaba con la izquierda y  estaba comprometido con el pacifismo, en 1946 forma el Grupo de Historiadores del Partido Comunista.[1]

En el texto de Costumbre en común, el autor plantea que “la conciencia de la costumbre y los usos consuetudinarios eran especialmente fuertes en el siglo XVII: de hecho, algunas “costumbres” eran inventos recientes y, en realidad, constituían la reivindicación de nuevos derechos[2]. Esta costumbre diferente a la tradición "era un campo de cambio y de contienda, una palestra en la que intereses opuestos hacían reclamaciones contrarias"[3]. Esta costumbre, la plebeya, llamada “pequeña tradición”[4] no era independiente de las influencias externas ya que está en constante comunicación con la cultura "patricia".

Anteriormente, “costumbre” se usaba para expresar  parte de lo que ahora expresa la palabra “cultura”. “La costumbre era la “segunda naturaleza” del hombre”.[5]

E.P Thompson desglosa características de estas identidades que tienen costumbres y culturas diferentes. Plantea que el paternalismo no es la característica desde la cual pueda simplemente definirse la relación entre las clases, y que las implicaciones del dinero en la constitución de las “protocolases”, en especial en la constitución de las oligarquías y clases parasitarias.

Señala la transformaron que está operando en términos laborales en donde "la subordinación se esta transformando en negociación (si bien entre partes sumamente desiguales)"[6]. Para poder concluir la relación el autor plantea que "el análisis nos permite ver que el control de la clase domínate en el siglo XVIII se hallaba localizado principalmente en una hegemonía cultural y solo de forma secundaria en una expresión de poder económico o físico (militar). Decir que era cultural no equivale a decir que era inmaterial, demasiado frágil para analizarlo, insustancial. Definir el control en términos de hegemonía cultural no significa abandonar los intentos de analizarlo, sino prepararse para el análisis en los puntos en los cuales debería hacerse: en las imágenes del poder y autoridad, las mentalidades populares de subordinación"[7]. Parte de esta descripción significa entender la autoridad que se construye espiritualmente.

Thompson revisa varias de las expresiones que le permiten hablar de una sociedad en la que existen conflictos, contradiciendo a otros autores que intentan identificar una sociedad de una sola clase. Expone una sociedad con antagonistas irreconciliables y entre ellos grupos de clases medias "vinculados por líneas de dependencia magnética a los poderosos…”.[8] En este sentido el autor propone que  "la hegemonía …ofrecía el armazón desnudo de una estructura de relaciones de dominio y subordinación, pero dentro del trazado arquitectónico podían montarse muchas distintas escenas y desarrollarse dramas diversos".[9]

A partir del análisis de los motines en la Inglaterra del siglo XVIII, explica  las motivaciones y finalidades planteadas de sus participantes. Estas acciones populares, según Thompson "operaban dentro de un consenso popular en cuanto a que practicas eran legitimas y cuales ilegitimas en la comercialización, en la elaboración del pan, etc. Esto estaba a su vez basado en una visión tradicional consecuente de las normas y obligaciones sociales, de las funciones propias de los distintos sectores dentro de la comunidad que, tomadas en conjunto, puede decirse que constituyen la economía moral de los pobres" [10]. En este sentido el autor defenderá esta tesis al ver los diferentes acontecimientos que se fueron dando a propósito de la producción, comercialización y consumo del pan, con lo que demuestra como las tensiones que surgen están amparadas en esta filosofía popular.

Thompson hace una descripción de lo que es la economía moral:   "no es solo que existe un conjunto identificable de creencias, usos, y formas asociadas con la comercialización de alimentos en tiempos de escasez, a los cuales conviene unir bajo una expresión común, sino que las emociones profundas que despierta la escasez, las exigencias que la multitud hacia a las autoridades en tales crisis y la indignación provocada por el agiotaje en las instituciones de emergencia que representaban una amenaza para la vida comunicaban una «obligación moral» particular de protestar. Todo esto, formando un conjunto, es lo que yo entiendo por economía moral"[11].

La economía moral entonces esta presentada como una herramienta de análisis de la visión económica de los subalternos frente a sus antagónicos.

Este libro permite abrir una brecha de análisis dentro del estudio de la subalternidad pensando la realidad material de estos, pero entendiéndola en las construcciones ideológicas propias de los movimientos.

No solo desmiente el hecho de que los pobres u oprimidos no construyen una propia racionalidad económica, sino que demuestra como las prácticas de las revueltas populares no son sino una parte que expresa los diferentes rasgos de la mentalidad.

Thompon recoge el modelo de hegemonía planteado por Gramsci para atender a una de las expresiones de estas luchas de clases. Muestra como la hegemonía cultural permite generar un nivel de control y consenso.

Bibliografía:  

E.P Thompson. Costumbres en común. Critica. 1995.

Referencia:
·         Y qué te sorprende. Thompson, E., Costumbre en Común. Tomado de: http://yquetesorprende.blogspot.com/2010/04/burke-p-costumbres-en-comun.html. El 29 Octubre 2014.
·         E.P Thompson. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/E._P._Thompson el 29 Octubre 2014




[1] E.P Thompson. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/E._P._Thompson el 29 Octubre 2014
[2] E.P Thompson. Costumbres en común. Critica. 1995. Pág.  13.
[3] Ibidem. Pág.  18
[4] Ibidem. Pág. 13
[5] Ibidem. Pág. 15.
[6] Ibidem. Pág 51.
[7] Ibidem. Pág 58.
[8] Ibidem. Pág.  91.
[9] Ibidem pág. 105.
[10] Ibidem  pág. 216.
[11] Ibidem  pág. 380.

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