Waili
Tatiana Gamboa Martínez.
Edward
Palmer Thompson (1924-1993) fue un Historiador británico que influyó decisivamente en el pensamiento marxista británico, separándolo del europeo y dándole carácter propio,
dentro de lo que se conoce como socialismo
humanista. E.P Thompson militaba con la izquierda y estaba comprometido con el pacifismo, en 1946 forma el Grupo de Historiadores del
Partido Comunista.[1]
En el texto de Costumbre en común,
el autor plantea que “la conciencia de la
costumbre y los usos consuetudinarios eran especialmente fuertes en el siglo
XVII: de hecho, algunas “costumbres” eran inventos recientes y, en realidad,
constituían la reivindicación de nuevos derechos”[2]. Esta costumbre diferente
a la tradición "era un campo de
cambio y de contienda, una palestra en la que intereses opuestos hacían
reclamaciones contrarias"[3].
Esta costumbre, la plebeya, llamada “pequeña tradición”[4] no era independiente de
las influencias externas ya que está en constante comunicación con la cultura
"patricia".
Anteriormente, “costumbre” se usaba para expresar parte de lo que ahora expresa la palabra
“cultura”. “La costumbre era la “segunda
naturaleza” del hombre”.[5]
E.P Thompson desglosa características de estas identidades que
tienen costumbres y culturas diferentes. Plantea que el paternalismo no es
la característica desde la cual pueda simplemente definirse la relación entre
las clases, y que las implicaciones del dinero en la constitución de las
“protocolases”, en especial en la constitución de las oligarquías y clases
parasitarias.
Señala la transformaron que está operando en términos laborales en donde
"la subordinación se esta
transformando en negociación (si bien entre partes sumamente desiguales)"[6].
Para poder concluir la relación el autor plantea que "el análisis nos permite ver que el control de la clase domínate
en el siglo XVIII se hallaba localizado principalmente en una hegemonía
cultural y solo de forma secundaria en una expresión de poder económico o
físico (militar). Decir que era cultural no equivale a decir que era
inmaterial, demasiado frágil para analizarlo, insustancial. Definir el control
en términos de hegemonía cultural no significa abandonar los intentos de
analizarlo, sino prepararse para el análisis en los puntos en los cuales
debería hacerse: en las imágenes del poder y autoridad, las mentalidades
populares de subordinación"[7]. Parte de esta descripción
significa entender la autoridad que se construye espiritualmente.
Thompson revisa varias de las expresiones que le permiten hablar de una
sociedad en la que existen conflictos, contradiciendo a otros autores que
intentan identificar una sociedad de una sola clase. Expone una sociedad con
antagonistas irreconciliables y entre ellos grupos de clases medias "vinculados por líneas de dependencia
magnética a los poderosos…”.[8] En este sentido el autor
propone que "la hegemonía …ofrecía el armazón desnudo de una estructura de
relaciones de dominio y subordinación, pero dentro del trazado arquitectónico
podían montarse muchas distintas escenas y desarrollarse dramas diversos".[9]
A partir del análisis de los motines en la Inglaterra del siglo XVIII, explica
las motivaciones y finalidades planteadas
de sus participantes. Estas acciones populares, según Thompson "operaban dentro de un consenso popular
en cuanto a que practicas eran legitimas y cuales ilegitimas en la
comercialización, en la elaboración del pan, etc. Esto estaba a su vez basado en
una visión tradicional consecuente de las normas y obligaciones sociales, de
las funciones propias de los distintos sectores dentro de la comunidad que,
tomadas en conjunto, puede decirse que constituyen la economía moral de los
pobres" [10]. En este sentido el autor
defenderá esta tesis al ver los diferentes acontecimientos que se fueron dando
a propósito de la producción, comercialización y consumo del pan, con lo que
demuestra como las tensiones que surgen están amparadas en esta filosofía
popular.
Thompson hace una descripción de lo que es la economía moral: "no
es solo que existe un conjunto identificable de creencias, usos, y formas
asociadas con la comercialización de alimentos en tiempos de escasez, a los
cuales conviene unir bajo una expresión común, sino que las emociones profundas
que despierta la escasez, las exigencias que la multitud hacia a las
autoridades en tales crisis y la indignación provocada por el agiotaje en las
instituciones de emergencia que representaban una amenaza para la vida
comunicaban una «obligación moral» particular de protestar. Todo esto, formando
un conjunto, es lo que yo entiendo por economía moral"[11].
La economía moral entonces esta presentada como una herramienta de
análisis de la visión económica de los subalternos frente a sus antagónicos.
Este libro permite abrir una brecha de análisis dentro del estudio de la subalternidad pensando la realidad material de estos, pero entendiéndola en las construcciones ideológicas propias de los movimientos.
No solo desmiente el hecho de que los pobres u oprimidos no construyen una propia racionalidad económica, sino que demuestra como las prácticas de las revueltas populares no son sino una parte que expresa los diferentes rasgos de la mentalidad.
Thompon recoge el modelo de hegemonía planteado por Gramsci para atender
a una de las expresiones de estas luchas de clases. Muestra como la hegemonía
cultural permite generar un nivel de control y consenso.
Bibliografía:
E.P Thompson. Costumbres en común.
Critica. 1995.
Referencia:
·
Y qué te sorprende. Thompson, E., Costumbre en Común. Tomado de: http://yquetesorprende.blogspot.com/2010/04/burke-p-costumbres-en-comun.html. El 29 Octubre 2014.
·
E.P Thompson. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/E._P._Thompson el 29 Octubre 2014
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