jueves, 2 de junio de 2016

Reseña: Las Américas. Historia de un hemisferio de Felipe Fernández-Armesto. Cap. 1: ¿América o las Américas?

Waili Tatiana Gamboa Martínez.

“Felipe Fernández-Armesto  Nació en Londres en 1950 y estudió Historia en la universidad de Oxford, en cuya Facultad de Historia Moderna desarrolló su carrera  profesional de 1981 a 2000, cuando se trasladó a la Universidad de   Londres para ocupar la cátedra de Historia Mundial y Medioambiental   del Queen Mary College. Ha sido también profesor o conferenciante   invitado en otras prestigiosas universidades e instituciones de   investigaciones superiores, como el Instituto Holandés de Estudios   Avanzados, la Library of Congress, y las universidades de Harvard,   Brown, Minnesota, Pennsylvania y Edinburgo, y ha recibido numerosos  premios de investigación. Entre su anundante obra, traducida a veintitres idiomas, destacan Colón (1992), Antes de Colón (1993), Millennium (1995),  Civilizaciones (2002) e Historia de la comida (2004). En la actualidad ejerce la cátedra Príncipe de Asturias de Tufts University, Boston, Massachusetts”.[1] 

En este capítulo, Felipe Fernández-Armesto explica las diferentes maneras de entender el continente americano, llamando la atención en su heterogeneidad.

Los americanos mantiene un debate constante sobre la denominación “americanos”. Por un lado, los canadienses se quejan de que los Estados Unidos se tomó el apelativo de americanos para ellos, para los suramericanos, a los de EE.UU los llaman norteamericanos, olvidando a los canadienses y los otros nombres que reciben los americanos como anglos, afros, indios, latinos, caucasianos hacen referencias a otros continentes.[2]

En otra época sin embargo, América fue simplemente el “Nuevo Mundo”, y se concebía como algo homogéneo y precisamente por eso se hablaba de América en singular. El  Nuevo Mundo era entendido por los primeros exploradores y cartógrafos como una unanimidad.

Inicialmente, ni el mismo Cristóbal Colón creía que había llevado a un nuevo continente, pues consideraba al mundo muy pequeño, sin embrago, gracias al Renacimiento la idea de un nuevo continente fue ganando reconocimiento, pero las fallas a la hora de cartografiar hizo que se impusiera la idea de América como unanimidad, además, para Felipe Fernández-Armesto “las mentes del Viejo Mundo se resistían a aceptar la dimensión y complejidad de América”.[3]

Esta idea de América como una sola unidad logró incluso hacer que algunos pueblos indígenas llegarán a compartir esta visión impuesta por los extranjeros, desarrollando un sentido de solidaridad entre pueblos que incluso antes eran enemigos.[4]

La historia ahora se ha encargado de desmentir la visión unitaria de América. Todavía en el continente existen indígenas que no perdieron sus identidades precoloniales o que las han ido recuperando. En el caso de los EE.UU el hemisferio está compuesto por identidades de emigrantes.[5]

De América podemos decir incluso que trasciende lo geográfico, pues Felipe Fernández-Armesto expone la idea de que el continente se adentra o cruza el Atlántico y el Pacífico, preguntándose hasta qué punto Groelandia y las Bermudas que están ubicados en el Atlántico se pueden considerar entonces como parte de América, o incluso Irlanda que ha compartido tanto históricamente con el Nuevo Mundo, o Filipinas, que fue administrativamente de los Españoles.[6]

América entonces suelen aparecer dividida en dos, en América del Norte compuesto por EE.UU y de manera marginal Canada y el resto del continente “y todo aquello que se quiera inlcuir”.[7]

Los geógrafos suelen incluir en América del Norte a México, pero cuando se utiliza el término “norteamerica” para transmitir sentido de unidad cultural se deja por fuera a México, pero por ejemplo Florida y gran parte del sudoeste de EE.UU pertenece a América Latina, lo mismo que el territorio de Puerto Rico.[8] Sin lugar a dudas una fuerte idea en América es que culturalmente en continente se divide en dos, la angloamericana y la latinoamericana.
Felipe Fernández-Armesto habla de una tentación excepcionalista, para él todos los pueblos se consideran excepcionales, y esto es precisamente e irónicamente algo que todos tiene en común.

Muchas de las supuestas virtudes del excepcionalismo estadounidense, como la creación de riqueza, democracia, igualdad de oportunidades, el culto a la libertad civil, la tradición de tolerancia o lo vicios, como el “capitalismo-basura”, los excesivos privilegios de los ricos, el liberalismo selectivo, el estancamiento de la política, etc, son características comunes en muchas sociedades modernas, sin embargo la intensidad con que están concentradas en EE.UU  hace que este país sea excepcional y por lo tanto representativo.[9]

Este hábito de considerar a EE.UU y a Canadá separados del resto del continente es por un accidente histórico, pues durante los siglos XIX  y XX mientras el resto del hemisferio se estancaba en la economía preindustrial y la política predemocrática, EE.UU y Canadá experimentaron una expansión territorial y una rápida adaptación a las cambiantes condiciones de la economía global y estabilidad política. Mientras que los países latinoamericanos atravesaban por dictaduras y no tenían la capacidad de sacar provecho a sus recursos económicos.[10]

Biografía:
·        Casadellibro.com. Felipe Fernández-Armesto. Tomado de: http://www.casadellibro.com/libros-ebooks/felipe-fernandez-armesto/9716 el 23 de Febrero 2016.
FERNÁNDEZ-Armesto, Felipe. Las Américas. Historia de un hemisferio


[1] Casadellibro.com. Felipe Fernández-Armesto. Tomado de: http://www.casadellibro.com/libros-ebooks/felipe-fernandez-armesto/9716 el 23 de Febrero 2016.
[2] FERNÁNDEZ-Armesto, Felipe. Las Américas. Historia de un hemisferio. Debate. Pág. 15.  
[3] Ibidem. Pág. 18.
[4] Ibidem. Pág. 20.
[5] Ibidem. Pág. 21.
[6] Ibidem. Pág. 23-24.
[7] Ibidem. Pág. 24.
[8] Ibidem. Pág. 25.
[9] Ibidem. Pág. 26.
[10] Ibidem. Pág. 27. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario