martes, 9 de junio de 2015

El uso de la Memoria Histórica en un posible escenario de post-conflicto en Colombia.

Waili Tatiana Gamboa Martínez

"Debemos recordar, porque el recuerdo es un deber moral. Hemos contraído una deuda con las víctimas... Al recordar y contar evitamos que el olvido mate a las víctimas dos veces" - Paul Ricoeur.

La invitación a pensar sobre las relaciones que guardan entre sí la historia y la memoria, resulta particularmente sugerente en una época en la que la memoria como tema ha venido suscitando el interés de los historiadores. Los asuntos relacionados con la historia cultural, la historia de la memoria y la experiencia colectiva, hacen necesario poner en claro los límites entre historia y memoria, y cuál es su relación en nuevos campos de investigación en los que la historiografía tradicional ha incursionado poco.

Hasta hace algunas décadas, la historiografía había mirado con desdén las expresiones de la memoria, sin embargo, por la coyuntura por la que atraviesa Colombia hizo que los académicos historiadores volcaran su mirada a la memoria para un recurso además de académico, político. La memoria como recurso político ha adquirido una fuerza determinante en la historia contemporánea.[1]

Carme Molinero explica que esta sobreproducción sobre temas relacionados con memoria histórica se da por “la pérdida de puntos de referencia que ha contribuido a que los individuos busquen en el pasado pilares de apoyo para la afirmación de su identidad” y por otro lado, por las terribles convulsiones sufridas por las sociedades contemporáneas durante el siglo XX  (guerras, exilios, campos de concentración, bombas atómicas, etc) “…todavía no asimiladas en su totalidad y, por tanto, generadoras aún de diversas interpretaciones y controvertidos debates”.

Para Todorov el pasado se convierte en un principio de acción para el presente y adquiere su papel, la memoria, puede convertirse en potencialmente liberadora. Dice Todorov: “El uso ejemplar de la memoria permite utilizar el pasado con vistas al presente, y aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día…”
En el marco del II Congreso Internacional Edificar la Paz en el Siglo XXI, y para abrir con la presentación de ponencias de expertos, Francesc Torralba, del eje Memoria Histórica, Reconciliación y Postconflicto, inició con su ponencia enfocada desde una perspectiva filosófica de cómo la construcción de memoria y la reconciliación son necesarias para la construcción de paz.

Torralba, presenta pilares fundamentales que se deben tener en cuenta en la labor del uso de la memoria para una reparación en un escenario de postconflicto y construcción de paz: La administración de la memoria debe ser concebida como la reconstrucción de la historia de manera honesta y sin corrupciones donde se tienen en cuenta las narraciones de todos los actores involucrados en los hechos con el fin de narrar la verdad. “Contemplando las diferentes perspectivas se logra administrar la memoria”.

La memoria histórica o memoria colectiva se usa para referirse a las actuaciones políticas encaminadas a la recuperación de acontecimientos del pasado olvidados, o voluntariamente ignorados en determinados contextos y situaciones históricas.

“La idea de “memoria histórica”, de reciente presencia en el ámbito social de las naciones, combina conceptos ideológicos con la historiografía, refiriendo un interés de comunidades y grupos de personas por enlazar su presente y su futuro con el pasado.” [2]  

Los hechos atroces de violencia cometidos por los grupos armados ilegales y los agentes estatales involucrados en el conflicto armado interno Colombiano, han atentado contra la vida y la dignidad de miles de personas, afectando a la sociedad en su conjunto. Por ello la memoria histórica juega un papel fundamental en los procesos de democratización de sociedades, que como la nuestra, no han logrado hacer una transición hacia el post-conflicto.[3]

En el momento histórico por el que atraviesa Colombia, es oportuno volver sobre el significado trascendental de la memoria histórica para evitar a como de lugar un olvido, pues este puede incubar el “germen de la repetición[4].    

A través de un proceso de reconstrucción de la memoria histórica, los hechos relacionados con violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario, deben ser sacados a la luz pública para que se conozca una versión más compleja y veraz de la historia nacional, que involucre tanto la responsabilidad de los grupos armados ilegales y la responsabilidad del Estado por acción u omisión frente a los hechos relacionados con la violencia sociopolítica, como el rol de la sociedad civil en su calidad de espectadora pasiva de los mismos.[5]

En contextos de violencia sociopolítica y conflicto armado, la memoria colectiva se sitúa en un campo conflictual, donde las diferentes memorias, ancladas en experiencias subjetivas de los diferentes sectores de víctimas, compiten entre sí. Dicho campo conflictual está atravesado por relaciones de poder que determinan qué y cómo se recuerda, y “cuáles son los lugares, los sujetos y los objetos de la memoria que merecen ser rescatados del olvido como patrimonio para las generaciones presentes y futuras”[6].

En esta “guerra de memorias”[7], es frecuente observar que a través de los medios masivos de comunicación se promueve el consenso social exclusivamente en torno a la condena de los actos atroces cuando los victimarios pertenecen al sector de los enemigos del Estado.

En un contexto como el Colombiano, es usual notar una hipocresía por parte de acciones públicas de carácter simbólico y político, legitimadas por el Estado y las instituciones para visibilizar el repudio a los victimarios y el apoyo a las víctimas, mientras que, paralelamente, se intenta ocultar, minimizar o justificar los actos violentos cometidos por agentes estatales o paramilitares contra personas o grupos estigmatizados por razones sociales, económicas o políticas.

“En el escenario del conflicto colombiano las versiones de las víctimas de la violencia sociopolítica acerca de los acontecimientos históricos que produjeron dicha afectación, generalmente son negadas o silenciadas por la fuerza, y en el mejor de los casos, son descontextualizadas y desplazadas al ámbito de la intimidad, como si se tratase de historias relacionadas exclusivamente con experiencias privadas. Estas versiones marginadas deben emerger en el espacio público con una doble intencionalidad: la de dar a conocer otras dimensiones de la verdad histórica de la violencia a partir de un relato plural que de cuenta de la complejidad de las causas y costos del conflicto, y la de legitimar el derecho de todas las víctimas a reclamar verdad, justicia y reparación integral.”[8]

En contextos atravesados por el conflicto armado, la puesta en escena de las distintas versiones y relatos de la historia, es un trabajo necesario que implica una remembranza que incorpore las experiencias particulares y las diferentes interpretaciones de los hechos violentos, a la memoria colectiva. Sin embargo, más allá de la reconstrucción testimonial de acontecimientos históricos relacionados con experiencias traumáticas, la puesta en escena de la memoria debe ampliar su campo de acción, articulándose con propuestas políticas, jurídicas, y simbólicas que desemboquen en políticas públicas. “…entendemos el trabajo de memoria como mecanismo ético-político para restituir el sentido de dignidad, contribuyendo a la elaboración colectiva del duelo por los crímenes de lesa humanidad y las violaciones a los Derechos Humanos”.[9]

Diferentes colectivos y organizaciones han trabajado la memoria histórica con sus comunidades de base en zonas rurales y urbanas, un ejemplo de estas estrategias de construcción de memoria colectiva son las Galerías de la memoria, una puesta en escena de la memoria no oficial, que con ayuda de fotos y pequeñas descripciones escritas se pretende no olvidar esos victimizantes e incluso sucesos reivindicativos de las comunidades.

Otro trabajo no oficial de memoria histórica fue el Proyecto Colombia Nunca Más realizado por el Movimiento Nacional de Victimas de Crimines de Estado (MOVICE).  La documentación recogida por el Proyecto Colombia Nunca Más se agrupa en archivos donde se consignan violaciones, crímenes, testimonios y planteamientos de familiares, organizaciones sociales y de Derechos Humanos. La intención de estos archivos es dar a conocer quiénes son las víctimas y quiénes los victimarios, quiénes fueron los beneficiarios y las razones políticas y económicas que los motivaron; a ello se suma el ánimo de buscar que los responsables sean castigados y las víctimas reparadas.

Sin embargo, es una manera también de las organizaciones garantizar una remembranza que debería estar también a cargo de políticas del Estado.

Durante la administración de Álvaro Uribe Vélez, la políticas llamadas de Seguridad Democrática redefinieron la caracterización de la situación de violencias en Colombia y obligaron a todos los funcionarios a desechar términos como conflicto armado interno, crisis humanitaria, solución política, diálogo y negociación, partes o actores del conflicto, combatientes y otros propios del Derecho Internacional Humanitario para situaciones de conflictos armados de carácter no internacional.

“En consistencia, con el cambio de lenguaje se promovió la lectura de décadas de violencias y enfrentamientos armados en Colombia como una historia de atentados terroristas o de narcoterroristas en contra de la sociedad y del Estado. Desde esa perspectiva se definió el deber de memoria del Estado y se le dio estatus jurídico con la aprobación de la Ley 975 de 2005 que dice en el Artículo 56:
“El Deber de Memoria: El conocimiento de la historia de las causas, desarrollos y consecuencias de la acción de los grupos armados al margen de la ley deberá ser mantenido mediante procedimientos adecuados, en cumplimiento del deber a la preservación de la memoria histórica que corresponde al Estado.””[10]

Claramente la memoria histórica va de la mano con el  del derecho a la reparación lo cual  implica “una garantía de los estándares internacionales que incluyen la indemnización, la atención sicosocial, la rehabilitación, las medidas de satisfacción y la no repetición”.[11]

En la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz) el gobierno nacional de Colombia crea la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), la cual incluye dentro del derecho de reparación la preservación de la memoria histórica, esto además a partir de además una reparación simbólica: 
“Se entiende por reparación simbólica toda prestación realizada a favor de las víctimas o de la comunidad en general que tienda a asegurar la preservación de la memoria histórica, la no repetición de los hechos victimizantes, la aceptación pública de los hechos, el perdón público y el restablecimiento de la dignidad de las víctimas” Articulo 8 Ley 975 del 2005

Ese dialogo sobre la memoria en la política pública ha contado con muchos interlocutores. Durante estos últimos años, se han multiplicado también las contribuciones realizadas desde la academia, el periodismo y el arte.[12]

Dentro de estas reparaciones simbólicas, se podría citar por ejemplo el informe “¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad” divulgado en el 2013 por el Centro Nacional de Memoria Histórica. German Uribe dice que este es uno de los mayores esfuerzos logrados hasta ahora en nuestro país, “si entendemos que sólo expurgando y conservando en la memoria y en el tiempo la barbarie de nuestras luchas fratricidas del siglo pasado y lo que va corrido del presente, podremos llegar a comprender, sin la intromisión de parcialidades ideológicas o partidistas, cómo y por qué, por ejemplo, entre 1948 y 1953 la violencia dejó regados en el campo y las ciudades colombianas más de 300 mil muertos.” [13] 

A nivel distrital, se rescata la construcción de Centro de Memoria Histórica, paz y reconciliación, que tiene como objetivo, según Clara Lopéz, secretaria de gobierno en el momento en el que se pensó ese proyecto: “Tenemos como objetivo juntar allí todos esos elementos para que contribuyan a decir que no vamos a olvidar, que no vamos a repetir lo sucedido y para sentar unas raíces, desde la capital de nuestro país, que sirvan de base para el proceso de reconciliación que necesita nuestra sociedad”[14]

Proyectos como estos en Bogotá son claves, pues por ser la capital no ha estado ausente de los problemas de violencia y de los conflictos armados más recientes; en ocasiones como protagonista, en ocasiones como ciudad receptora de personas desplazadas o reinsertadas.

La Ley 1448/2011 conocida como Ley de Víctimas, en esta ley el deber de Memoria se circunscribe a ofrecer reconocimiento y garantías y se descarta cualquier intento de someter los ejercicios de memoria desde la sociedad civil o las víctimas a una verdad oficial.

“El deber de Memoria del Estado se traduce en propiciar las garantías y condiciones necesarias para que la sociedad, a través de sus diferentes expresiones tales como víctimas, academia, centros de pensamiento, organizaciones sociales, organizaciones de víctimas y de derechos
humanos, así como los organismos del Estado que cuenten con competencia,
autonomía y recursos, puedan avanzar en ejercicios de reconstrucción
de memoria como aporte a la realización del derecho a la
verdad del que son titulares las víctimas y la sociedad en su conjunto.

Parágrafo: En ningún caso las instituciones del Estado podrán impulsar
o promover ejercicios orientados a la construcción de una historia
o verdad oficial que niegue, vulnere o restrinja los principios
constitucionales de pluralidad, participación y solidaridad, y los derechos
de libertad de expresión y pensamiento. Se respetará también la
prohibición de censura consagrada en la Carta Política”. Artículo 143.[15]

La memoria histórica nos llevará a recordar para intentar perdonar y no repetir, es una eficaz herramienta para aliviar el presente y diseñar un futuro mejor sobreponiéndonos a los estremecimientos y vicisitudes en que vivimos sumidos los colombianos. 

La responsabilidad de la memoria nos concierne a todos y a todas, no solo al gobierno con leyes y políticas públicas, no solo a organizaciones y colectivos de víctimas o defensoras de derechos humanos, sino a cada Colombiano y Colombiana que debe recordar y tener conciencia para garantizar que nuestro país nunca más atraviese por situaciones tan atroces. Recordar no es fácil, más cuando no hablamos de un triunfo de la selección Colombia, recordar puede ser doloroso, pero es necesario.

Bibliografía:

·         CANDAU, Joël. Memorias y amnesias colectivas. Biblioteca Virtual de ciencias sociales.
·         GABORIT, Mauricio.  Memoria histórica: Relatos desde las victimas. Pensamiento psicológico Vol. 2. Pontificia Universidad Javeriana. Cali, Colombia. Pág. 7-20.
·         GAMIO, Gonzalo. Recuperar la  memoria. Políticas de reconciliación o “políticas” de Silencio”
·         GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
·         Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad. La memoria, centro de la Paz. Reflexiones sobre verdad, justicia, reparación y negociación del conflicto armado.
·         ISLA, Alejandro. Los usos políticos de la memoria y la historia. Estudios atacameños #06. Universidad Católica del Norte. Chile, 2003. Pág. 35-44.
·         JELIN, Elizabeth. Los derechos humanos y la memoria de la violencia política y la represión: la construcción de un campo nuevo en las ciencias sociales. Instituto de desarrollo económico y social. Buenos Aires, Argentina, 2003.
·         La memoria histórica: derrota, resistencia y reconstrucción del pasado
·         LIRA, Elizabeth. Memoria y convivencia democrática: Políticas de olvido y memoria. FLACSO. 2010.
·         MEDINA, Carlos y VV.AA. Memorias indómitas. Colonización, minería y resistencia social en las regiones del sur de Bolivar, Bajo Cauca, y Nordeste Antioqueño. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2013.
·         MOLANO, Alfredo.  Memorias de la guerra. Elespectador.com. 23 Noviembre 2013. http://www.elespectador.com/opinion/memorias-de-guerra-columna-460155. Tomado el: 7 Marzo 2015.
·         RUBIO, Graciela. Educación y memoria. Desafíos y tensiones de una propuesta. Nómadas. Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas No. 15. Universidad de Valparaiso. Chile, 2007.
·         RUEDA Arenas, Juan Felipe. “Memoria histórica razonada”. Una propuesta incluyente para las víctimas del conflicto armado interno colombiano. HistoReLo. Revista de Historia regional y local. Vol. 5 No. 10. 2013. Pág. 15-52. Disponible en internet: http://www.revistas.unal.edu.co/index.php/historelo/article/viewFile/37088/pdf_528. Tomado el: 8 Marzo 2015.
·         SALINAS Abdala, Yamile. SANTACRUZ Zarama, Juan Manuel. Justicia y paz. Tierras y territorios en las versiones de los paramilitares. Informe del centro de Memoria Histórica. 2012.
·         SOBRAL, José Manuel. Memoria social, identidad, poder y conflicto. Revista de Antropología social Vol. 013. Madrid, España, 2004. Pág. 137-159.
·         TODOROV. Los abusos de la memoria. Paris, 1995.
·         URIBE, Germán. El poder de la memoria histórica. Semana.com. 27 Febrero 2015. http://www.semana.com/opinion/articulo/el-poder-de-la-memoria-historica-opinion-german-uribe/419252-3. Tomado el: 1 Marzo 2015.
·         VEIGA, Clarisa. La construcción de la memoria. Un campo de lucha simbólica.
·         VV.AA. Memorias en Crisoles. Propuestas teóricas, metodológicas y estratégicas para los estudios de la memoria. Instituto para la pedagogía, la paz, y el conflicto Urbano (IPAZUD). Bogotá, 2009.
·         VV.AA. Memorias en tiempos de guerra. Punto aparte editores. Colombia, 2009.
·         VV.AA. Recordar para no repetir. ARFO Editores e impresores Ltda. Bogotá, 2007.
·         VV.AA. Recordar y narrar el conflicto. Herramientas para construir memoria histórica. Centro Nacional de Memoria Histórica. Colombia, 2013. Disponible en internet: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/documentos/informes/informes2009/recordar-narrar-el-conflicto.pdf. Tomado el: 8 Marzo 2015.
·         ZAMBRANO, Laura. El ejercicio/uso de la memoria en el ámbito teórico/práctico salud mental y derechos humanos. Universidad de Chile.
·         ZAMBRANO, Martha. GNECCO, Cristóbal. El pasado como política de la historia. Biblioteca Virtual de Ciencias Sociales.






[1] MEDINA, Carlos y VV.AA. Memorias indómitas. Colonización, minería y resistencia social en las regiones del sur de Bolivar, Bajo Cauca, y Nordeste Antioqueño. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá. 2013.
[2] URIBE, Germán. El poder de la memoria histórica. Semana.com. 27 Febrero 2015. http://www.semana.com/opinion/articulo/el-poder-de-la-memoria-historica-opinion-german-uribe/419252-3. Tomado el: 1 Marzo 2015.
[3] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[4] MOLANO, Alfredo.  Memorias de la guerra. Elespectador.com. 23 Noviembre 2013. http://www.elespectador.com/opinion/memorias-de-guerra-columna-460155. Tomado el: 7 Marzo 2015.
[5] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[6] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[7] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[8] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[9] GIRÓN, Claudia. Pedagogía social de la memoria histórica en Colombia.
[10] VV.AA. Debates de la memoria. Aportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria.
[11] Hijos e hijas por la memoria y contra la impunidad. La memoria, centro de la Paz. Reflexiones sobre verdad, justicia, reparación y negociación del conflicto armado.
[12] VV.AA. Debates de la memoria. Aportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria
[13] URIBE, Germán. El poder de la memoria histórica. Semana.com. 27 Febrero 2015. http://www.semana.com/opinion/articulo/el-poder-de-la-memoria-historica-opinion-german-uribe/419252-3. Tomado el: 1 Marzo 2015
[14] López Obregon, Clara y VV.AA. Debates de la memoria. Aportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria.
[15] VV.AA. Debates de la memoria. Aportes de las organizaciones de víctimas a una política pública de memoria

2 comentarios:

  1. Hola, me interesa el tema de memoria histórica, soy historiador también: Juan Felipe Rueda, veo que te interesó un artículo que escribí. ¿Cuándo podemos hablar?

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    1. ¡Sí! tu artículo fue de ayuda para este trabajo. Cuando quieras hablamos, siempre disponible para lxs colagas.

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