jueves, 23 de febrero de 2017

Reseña del capítulo: Ideologías, masas y caudillos en la transición al capitalismo del libro: Ideal democrático y revuelta popular: bosquejo histórico de la mentalidad política popular en Colombia, 1781-1948 de Renán Vega y Mario Aguilera.

Waili Tatiana Gamboa Martínez.

La Revolución Francesa tuvo repercusiones tardías en la primera del siglo XX pues varios grupos sociales que entran al espacio político se inspiran en los ideales de la Revolución Francesa.

Según los autores, esto ocurre porque por la existencia de una economía precapitalista y de unas capas medias y pobres que luchaban por no dejarse aplastar por los procesos capitalistas como el surgimiento de la industria, urbanización, nuevos patrones de consumo  expulsión de los campesinos de sus tierras, etc,[1] y, la presencia de caudillos que desde varias vertientes ideológicas y políticas, como la socialista, la anarquista, y el liberalismo radical que encarnan unos supuestos políticos anticapitalistas donde se destacan la soberanía popular, democracia, igualdad, lucha contra los monopolios y movimientos de masas caracterizada por los sentimientos populares.[2]

La influencia ideológica de la Revolución Francesa en las clases populares estuvo en el contexto de trasformación general que experimentó Latinoamérica y la sociedad Colombiana especialmente entre 1920 y 1930. Después de 1917 el continente latinoamericano fue terreno de varias movilizaciones sociales en el que aparecían mezclados diversos discursos como el romanticismo, socialismo, utópico, cristianismo, anarquismo y socialismo que plantearon la convergencia entre democracia y lucha social[3] con una característica de un sentimiento antinorteamericano.[4]

En el caso Colombiano se observa una estructura socio-económica y pautas culturales que se resistían a desaparecer ante el empuje del capitalismo como la permanencia de economías precapitalistas en las esferas productivas, y en el plano ideológico pervivieron las naciones de la pequeña propiedad, lucha de los monopolios y contra el capitalismo industrial y financiero.[5]

Los sectores populares en cierta forma estaban predispuestos a la acción caudillista, por lo cual no sorprende que dirigentes de izquierda u organizaciones progresistas de más impacto entre las masas hayan reproducido viejas pautas de movilización política[6] donde según los autores se refleja la influencia de la Revolución Francesa.  

Renán y Aguilera estudian dos caudillos de dos polos opuestos. Raúl Eduardo Mahecha y Jorge Eliecer Gaitán. El primero, un agitador de masas que organizó grandes huelgas en la década de 1920 y cofundador del partido Socialista Revolucionario y Gaitán, un Liberal que convocaba a las masas populares urbanas  en 1940[7] con un accionar caudillista se acercaba a las formas más tradicionales  y conservadoras, pues desconfiaba de las masas y subestimaba su capacidad de lucha.[8]

Mahecha encarnó los movimientos obreros de las primeras décadas del siglo. La forma de organización y lucha del momento no solo mostraba la supervivencia de prácticas económicas como la de los campesinos y artesanos sino que también se evidencia una organización donde no solo se encontraban obreros agrarios, sino también colonos, aparceros y arrendatarios generando que las reivindicaciones fueran muy amplias.

El movimiento social recibió diversas influencias ideológicas como los que ya se mencionaron: el socialismo, cristianismo, liberalismo radical, y el anarquismo, se mezclaban planteamientos de Tolstoi, Voltaire, Proudhon, Marx, Lenin o Kropotkin.[9] La idea era alcanzar la igualdad y libertad.

En 1919 las doctrinas de la Revolución Francesa se convirtieron en un fundamento simbólico del Partido Socialista, para hablar de su bandera decían: “será roja como emblema de combate y el lema libertad, igualdad y fraternidad”[10] e incluso, muchas organizaciones obreras empezaban su himno con la Marsellesa.[11]   

Si bien para muchos el pensamiento de Mahecha era el “pensamiento social universal” sin embrago, en la práctica era un pensamiento anarquista, pues apoyaba la ““acción directa”, el rechazo a formas de organización preestablecida y la repulsión a soluciones “pacificas” que necesitan de la mediación estatal”.[12]

Cuando el liberalismo llegó al poder en Colombia, medio la protesta popular con la adopción de la legislación laboral y el reconocimiento de los sindicatos relegando liderazgos como Mahecha. Sin embrago, esto no quería decir que el capitalismo se hubiese consumado, en el orden político y social los logros democráticos del capitalismo fueron precarios.

Con los dos mismos partidos políticos de siempre, no existía nada parecido a una democracia burguesa moderna y los intentos de la “Revolución en marcha” (1934-1938) las dificultades que tenían las masas para alcanzar la democracia social y política.[13]

Las acciones de Gaitán y su estilo de influenciar a las masas tiene sus raíces en la manera en cómo se hace el paso de una sociedad tradicional a una moderna capitalista. Gaitán tenía un espíritu anticapitalista y su principal crítica radicaba en los procesos económicos y sociales que fomentaban el desarrollo del capitalismo.

El pensamiento anticapitalista de Gaitán cuadraba con la defensa de la pequeña propiedad, del tendero, el artesano.[14] Era de un corte pequeño burgués pues revindicaba la posibilidad de un capitalismo liberal protector de pequeños productores y propietarios.[15] El radicalismo gaitanista tenía un cierto parecido con el pensamiento jacobino de defender la pequeña propiedad citadina. 

El discurso de Gaitán entonces tocaba a varios sectores no proletarios como pequeños productores o propietarios mediante la denuncia de los acaparadores y monopolistas.[16] La línea de Gaitán estaba orientada más a defender el orden tradicional, en la conservación del pasado que en avances futuros.[17]

Gaitán ponía al pueblo en el centro de las reivindicaciones, una idea sin duda relacionada con la Revolución Francesa, él era populista, pero se encuentra una contradicción, pues el populismo era una forma de legitimar en sectores populares el capitalismo, pero el gaitanismo era anticapitalista.[18] 

Gaitán, mezclaba en la ideal de pueblo tanto a obreros como a los pequeños propietarios, pues para él las distinciones no eran un función al rol económico o social sino en que eran lo opuesto al capitalismo.[19]

La fuerza de Gaitán para mover las masas radicaba en que él resaltaba las peculiaridades raciales y de comportamiento como la honradez y el trabajo del pueblo, y en que consideraba a estos la esencia y razón de la nación. Valoraba a las masas como agentes activos de la historia.[20]

Esta exaltación racial usada por Gaitán, fue precisamente lo que los sectores contrarios usaron: un ataque racial, que respondía a un contexto latinoamericano, donde se le acusaba a las masas populares del freno de sus países.

La lucha de Gaitán se inscribió en construir un país democrático donde el pueblo tuviera una amplia participación “en el manejo de sus propios destinos”[21] para Mahecha y los socialistas eso implicaba construir una sociedad donde obreros y trabajadores construyeran esa sociedad con una acción política consecuente. Para Gaitán la lucha de la democracia implicaba superar las contradicciones del capitalismo en el contexto del mismo.

Bibliografía:
·         VEGA Renán y AGUILERA Mario. Ideal democrático y revuelta popular: bosquejo histórico de la mentalidad política popular en Colombia, 1781-1948 (Capítulo: Ideologías, masas y caudillos en la transición al capitalismo). Instituto Maria Cano. 1991.



[1] VEGA Renán y AGUILERA Mario. Ideal democrático y revuelta popular: bosquejo histórico de la mentalidad política popular en Colombia, 1781-1948 (Capítulo: Ideologías, masas y caudillos en la transición al capitalismo). Instituto Maria Cano. 1991. Pág. 189
[2] Ibidem.
[3] Ibidem. Pág. 190.
[4] Ibidem. Pág. 191.
[5][5] Ibidem. Pág. 192.
[6] Ibidem. Pág. 194.
[7] Ibidem. Pág. 195.
[8] Ibidem.
[9] Ibidem. Pág. 196.
[10] Ibidem. Pág. 20.
[11] Ibidem.
[12]Ibidem. Pág. 203.
[13] Ibidem. 207.
[14] Ibidem. Pág. 209.
[15] Ibidem. Pág. 210.
[16] Ibidem.
[17] Ibidem. Pág. 211.
[18] Ibidem. Pág. 215.
[19] Ibidem. Pág. 216.
[20] Ibidem. Pág. 217.
[21] Ibidem. Pág. 226. 

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