Waili Tatiana Gamboa Martínez.
La caricatura política como género artístico
periodístico e instrumento de lucha política en Colombia es de vieja data. Tanto
los periódicos, como los dibujantes obedecían a una orientación partidista
determinada.
Desde mediados del siglo XIX cuando se fundan los
partidos Liberal y Conservador, los periódicos que servían como voceros dieron
cabida a ilustraciones satíricas de personajes y sucesos políticos del momento.
Incluso, El género de la caricatura ha estado relacionado con la evolución del
periodismo colombiano.[1]
Para historiadores como Germán Arciniegas, la
caricatura adquiere el valor de registro histórico, otros, como Germán
Colmenares piensan que puede ser útil para mirar la formación de la opinión
pública, sin embargo habría que tener en cuenta que es una fuente sesgada.[2]
La caricatura en los periódicos ocupaba un espacio
privilegiado, bien podía estar incluso en la primera página o al lado del
editorial, y aunque a veces no encajara con lo del día, sin duda si respondía a
al pensamiento de los propietarios del periódico.
La prensa, fue un vínculo de divulgación de ideas
(incluso para quienes no sabían leer), por lo tanto, también tuvo un papel en
la estimulación de odios sectarios. Por eso, la caricatura le puede servir al
historiador para acercarse a las representaciones e imaginarios políticos que
forjaban tanto la identidad propia como la del adversario.[3] Para el semiólogo Eduardo
Mateos Díaz “la caricatura “puede decir
mucho y bien, con poco””[4]
Con el análisis y e interpretación de las caricaturas
se puede identificar el contexto a partir de los temas que llaman la atención y
preocupaban y los personajes que protagonizaban la historia.
En un primer momento es clave entender que el
caricaturista deforma de manera exagerada su fuente de inspiración, y
Baudelaire dice por ejemplo que la representación de la caricatura no solo es
para mostrar la fealdad física del personaje, sino también la fealdad moral.[5]
La caricatura ha sido entonces en la historia un
recurso artístico-periodístico usado en las luchas políticas[6], pues manejan la opinión
pública y reflejan costumbres y hábitos sociales. Bozal., afirma que “la caricatura política es, ante todo, ideológica, condición que afecta
a su lenguaje (…) y se fundamenta en una relación de poder”.[7]
La caricatura no siempre es hecha con una
intencionalidad negativa o para agredir, también puede tener un carácter
positivo, lo que sí es claro, es que una caricatura jamás dará posiciones
neutrales o de indiferencia. La caricatura política o satisface o agrede.
Teoricamente y metodológicamente, Dario Acevedo
recomienda estudiar la caricatura con el
enfoque del “análisis denso” sugerido por Geertz, pues sería entender lo
político desde un espacio cultural, pues en la política no solo juega la
institucionalidad, sino también convicciones, creencias y representaciones que
a fin de cuentas genera identidades.
Para Dario Acevedo “la caricatura política es algo más que un simple complemento o
ilustración de la línea editorial de un medio de comunicaciones, que no está
hecha simplemente para hacernos reir, y que no es solo exageración. Ella es
parte de la lucha política y está cargada de motivaciones ideológicas”[8]
Bibliografía:
ACEVEDO,
Dario. Politica y caudillos colombianos
en la caricatura editorial, 1920-1950. La carreta política.
[1] ACEVEDO, Dario. Politica y caudillos colombianos en la caricatura
editorial, 1920-1950. La carreta política. Pág. 9.
[7] Bozal citado en: ACEVEDO, Dario. Politica
y caudillos colombianos en la caricatura editorial, 1920-1950. La carreta
política. Pág. 22.
[8] ACEVEDO, Dario. Politica y caudillos colombianos en la caricatura
editorial, 1920-1950. La carreta política. Pág. 23.
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