domingo, 5 de junio de 2016

Reseña: Después del Liberalismo de Wallerstein. Cap. 3: ¿Qué esperanza hay para África? ¿Qué esperanza hay para el mundo? Cap. 6: El concepto de desarrollo nacional, 1917-1989: Elegía y Réquiem. Cap. 9: ¿Geocultura del desarrollo o la transformación de nuestra geocultura?

Waili Tatiana Gamboa Martínez.

Immanuel Wallertein: “(Nueva York, 1930) Sociólogo e historiador estadounidense. Inspirado en los trabajos de Fernand Braudel, ha desarrollado el concepto de «economía-mundo capitalista», en el que sostiene la necesidad de analizar el capitalismo de forma unitaria y con perspectiva histórica, es decir, las relaciones entre centro, periferias y semiperiferias como partes de un único sistema mundial dentro del cual se da también el fenómeno de la división del trabajo entre países explotadores, explotados e intermedios. Entre sus obras destacan Cambio social (1966), El moderno sistema mundial (3 vols., 1974-1980), Economía del mundo capitalista (1983), El capitalismo histórico (1988), Raza, nación y clase (1991) y El futuro de la civilización capitalista( 1997).”[1]

El Marxismo-Leninismo había llegado a ser más una variante del liberalismo wilsoniano que una alternativa, aunque expresaban sus ideas con lenguajes diferentes, para Wallerstein concordaban en visiones del mundo:

“1)Ambas defendían el principio de autodeterminación de los pueblos; 2) Ambas abogaban por el desarrollo económico de todod los estados, entendiendo por ello urbanización, comercialización, proletarización e industrialización, con prosperidad e igualdad al final de arco iris; 3) ambas afirmaban su creencia en las existencias de valores universales, aplicables a todos los pueblos por igual; 4) ambas afirmaban su fe en la validez del conocimiento científico […] como única base racional del avance tecnológico; 5) ambas creían que el progreso humano era tanto inevitable como deseable, y que para que ese progreso se produjera tenía que haber estados fuertes, estables y centralizados; 6) compartían la creencia en el gobierno del pueblo –la democracia-, pero l definían como una situación en la que en efecto se permitían a expertos reformadores racionales tomar las decisiones políticas esenciales”[2]

La población, después los años 1980 entra en una desilusión frente a los regímenes del poder producto del deterioro de la estructura, declinación de los servicios gubernamentales pero sobre todo por el fracaso de la promesa del “desarrollo”.

Desde el siglo XVI los pensadores europeos discuten como aumentar la riqueza del reino. Los debates acerca del mercantilismo se centraban en torno a cómo asegurarse que  ingrese más riqueza de la que salía del Estado.[3]

Para cuando llegó la primera guerra mundial que países europeos occidentales habían llegado al “desarrollo” o por lo menos iban en camino a serlo. Todos los países del tercer mundo buscaban eliminar el regazo y alcanzar el “desarrollo nacional” y para eso buscaban donaciones y préstamos en otros países.

El primer choque fue la revolución del 68, que rompió “la costra ideológica” poniendo en evidencia la polarización Norte-Sur, además surgió de la sensación de que el desarrollo nacional no había ocurrido. El segundo fue el estancamiento económico mundial del periodo de 1970-1990, el fracaso económico de casi todos los gobiernos de las zonas periféricas y semiperifericas y la caída de los estados socialistas.[4]

La presión por la transformación política era negativa, pues no eran dirigidos por la esperanza, sino por la desesperación producto del descontento popular con el régimen y la desilusión política de los países periféricos durante los años 80’s.

Vale le pena hablar, del papel de la cultura en un proyecto de desarrollo. Para 1945-1970, la cultura era entendida como un obstáculo para el desarrollo, pues la cultura representaba lo tradicional, concepto contrario a lo moderno, se decía entonces que las zonas periféricas eran arraigadas a las tradiciones y eso impedía la modernización y por ende el desarrollo.[5]

Cuando el desarrollo como se había predicado en 1945-1970 no funciona, se considera entonces que la cultura sería la salvación, pues podía ser la resistencia a la degeneración y el empeoramiento de la situación política y económica, es entonces como la UNESCO busca respetar los valores culturales para asegurar el “progreso social de los pueblos” y se empieza a hablar del “desarrollo sostenible”.

Wallerstain llama la atención a la necesidad de la “acción a nivel local”, pues esta es la que determina como salir de la crisis actual del mundo global, y para esto es también necesario “limpiarnos” de categorías y conceptos que no permiten ver las reales opciones históricas que tenemos o podemos llegar a tener.[6]

Bibliografía:
·         Immanuel Wallerstein. Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wallerstein.htm el 1 de Febrero 2016
·         WALLERSTEIN, Immanuel. Después del liberalismo.



[1] Immanuel Wallerstein. Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/w/wallerstein.htm el 1 de Febrero 2016.
[2] WALLERSTEIN, Immanuel. Después del liberalismo. Pág. 52.
[3] Ibidem. Pág. 111.
[4] Ibidem. Pág. 119.
[5] Ibidem. Pág. 165.
[6] Ibidem. Pág. 70. 

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